La importancia de la luz en la salud

Luz y salud. Luz dinámica y Reproducción del Color, parámetros aliados.

Hace unos meses, en una conferencia sobre la luz y la salud, escuchando las preguntas que se le hacían a la ponente sobre el control de la luz, me di cuenta de que el conocimiento de los sistemas de control de la luz, sobre todo en el ámbito residencial, prácticamente se limita a la elección de la temperatura de color y a su control en intensidad. Observé como la elección de las ópticas, el índice de reproducción cromática, o del control del color de la luz “blanca”, todavía no forman parte de las herramientas de uso cotidiano en este tipo de proyectos.

Posiblemente es que hay una asociación muy inmediata entre el control de la Luz y lo que generalmente asociamos con una iluminación escenográfica, donde están presentes los extensos abanicos de combinaciones de color que ofrecen los sistemas RGB.

No obstante, esta todavía falta de incorporación, en el uso habitual, de algunos de los parámetros para controlar y adecuar la luz artificial, no corresponde, en absoluto, a una falta de interés y búsqueda de conocimiento. Todo lo contrario. Aquella sala estaba llena de técnicos que querían saber más, entre los cuales me incluyo. Es posible que el acceso a la información no sea fácil. ¿Sobre información y complejidad, o falta de ella? Creo, y aunque parezca contradictorio, que ambas cosas.

Imagen superior: Sonia Hernández (Grupo Salud y Arquitectura del COAC) en Architect@work de Barcelona. Ponencia ” Cómo la luz beneficia la salud de las personas”

No soy una experta en iluminación, aún estoy muy lejos. Sigo viéndome en ese grupo de profesionales que quieren saber más, que siguen buscando. En mi caso con más interés, si cabe, ya que en el desarrollo de mi actual orientación laboral, también me coloco al otro lado, colaborando con mis colegas en el diseño y prescripción de la iluminación de sus proyectos. Es por eso último, por lo que hoy me aventuro, por primera vez, a escribir sobre la LUZ.

La LUZ… ¡Todo un mundo!

Intuimos como nuestra exposición a ella nos afecta. Seguramente más de lo que sospechamos. Su manipulación, puede otorgar beneficios a nuestra salud, a nuestros ritmos, a nuestro rendimiento, a nuestro descanso. O puede alterarlo todo.

Cuando proyectamos una obra, que tiene su repercusión, o una imagen exterior singular, es habitual recurrir a un estudio de iluminación para que nos guíe o asesore en cómo iluminar esos elementos. Existe una dinámica generalizada, a iluminar las cosas para “verlas” según

la iluminación elegida, y el efecto deseado, que se ha trasladado también a los espacios interiores, siendo iluminados también para “verlos”.

Hasta hace relativamente poco, parecía que estaba más presente el interés en saber cómo afectaba la luz artificial al espacio proyectado, que a las personas que lo vivirían. Si tal elemento, o cual idea, iban a “lucir” mejor con la iluminación que le aportásemos. Es casi perfecto ¡Me encanta! Solo añadamos como vamos a “lucir” nosotros en ese espacio. Cómo nos vamos a sentir. Añadamos calidad a la luz artificial, añadámosle una buena elección de los parámetros que nos aporten lo que necesitamos, para sentirnos bien; en cada lugar que vivimos, en cada actividad que realizamos, en cada etapa del día.

Podemos copiar un poquito al SOL. ¿Quién no se siente más motivado con Sol? ¿A quién no le “deprimen” un pelín las tardes cortas y oscuras de invierno? ¿Estamos más activos y productivos por las mañanas? ¿Por qué no descansamos bien?

Nuestras emociones, nuestra forma de sentir, nos hacen complicados a la hora de “iluminarnos”. Necesitamos interiorizar eso para beneficiarnos de las posibilidades que ofrece la iluminación artificial actual. Para que ésta colabore en que nos encontremos mejor, o en mejor sintonía, con nuestra actividad, con nuestra mente, y con nuestro cuerpo. 

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